Navegabas en la tierra
que pretendí embellecer
haciendo mi mar tu cielo.
Quise tu tierra y mi mar
para naufragar de amor,
tus lunas fueran mi sol
para iluminar mi andar;
soledad en multitud
y volar en el silencio,
penumbra en días de luz
sin el temor a lo denso.
Abordó el frío mis alas
y el invierno se negó a
hacerlo con las quimeras;
esas, donde siempre fuiste
arquitecto de deseos,
inspiración de suspiros,
antídoto de nostalgias,
libertador de alegrías,
protagonista en poemas,
redentor de lo perdido,
traductor de los secretos,
pintor de cada momento...
tallado sobre mis sueños.