Johnny Rock

Mi mano, y mis hijos.

Me introdujo un anillo de oro, con una fecha por dentro, en mi dedo anular. Combinación de números, que luego usamos en las loterías, y nunca vuelven a salir. Nacimientos, aniversarios, muertes, graduaciones, caprichos del calendario que marca vuestras vidas, como las mutaciones genéticas de nuestras células.

Yo puse en su dedo un anillo idéntico, y nuestros ojos se encontraron con un brillo especial, sin sombras furtivas, sin dudas .Estaban iluminados por la ilusión, por sueños, por un amor tan puro y blanco, como el primer copo de nieve del invierno.

Mi mano, ya no estaba desnuda. Un áureo resplandor de mi dedo, daba un nuevo sentido a mi vida .Una esperanza, unos sueños, un nuevo e ilusionante viaje,

                                               Hicimos nuestro equipaje

                                               con sueños de enamorados

                                               unos se fueron cumpliendo

                                               otros, en sueños quedaron.

 

¿Quién está exento de una pesadilla? Una fría noche desperté, y no era un sueño sino la cruel, y no por temida, espantosa realidad, en la que nuestros hijos y yo no queríamos ni pensar.

Mi dedo se desnudó, y como yo, viaja en este carrusel cotidiano con frío en verano, y azul hipóxico en los inviernos de mi vida, que como todo lo trascendente, carece de sentido.

Cuando pienso en ella, mi dedo resplandece unos instantes, con brillos de pasado que continúan

siendo amaneceres sin día. Noches eternas de intermitente melancolía.

 

                                          Nunca fenece el gran amor sincero,

                                          aunque tenerte es solo una quimera

                                          en verano se ausenta el sol primero

                                          solo aguaceros en la primavera

                             

 

Tus hijos y yo, seguimos, llevándote flores de tela, que aunque duran más que las naturales, se encogen con las primeras lluvias, y las queremos siempre bellas y brillantes. Su aparente y bello colorido, por desgracia, dura poco. Son como nuestras fachadas. Con frecuencia necesitan una nueva capa de pintura.Y mi mano sigue desnuda.