Con algunas caricias,
una y una mil,
con el tacto de tu táctil
y siempre sin malicia.
Con pasión y aire
creyéndose vil,
buscando un símil
entre tus ojos y el tráiler.
La selva deshecha,
miro tu espalda así
y ella me mira a mi:
fieras que se acechan.
Ahora pide al tiempo
que por mi, por ti,
y por el sentir,
pare un momento.