Tuvimos que amarrar el corazón,
decirle un ¡alto! a las lágrimas
y sonreír por amor y con amor.
Tuvimos que aferrarnos a la esperanza
y gritarle al tiempo que alargue sus pasos
para que se abrevien las horas,
para que nos traiga la Fe renovada.
Y aquí estamos latiendo como un solo corazón
esperando día a día las respuestas
Y nos concentramos en ese mirar de niño tierno
con natural inocencia que nos mira sin mirarnos
desde el recuerdo, desde la constancia de su existencia.
Y lo sabemos fuerte, librando su primera gran batalla;
y con la pesadumbre no superada
y con el grito ahogado en el silencio
porque así lo impone el amor.
Rogamos por él a diario al Creador
para poder volver a ver su carita inocente
sus bucles azabaches adornando su frente.
Esperamos con ansias poder darle el saludo
que merece un triunfador.