Me acerco al mar y él dice no me llama,
a la tierra y a mi no me conoce,
nadie en el mundo aquí me reconoce,
ni siquiera el infierno me reclama.
Inmersa está mi alma en una llama
que ya no experimenta ningún gozo,
a veces yo presiento bajo a un pozo
mientras otras que el cielo se me inflama.
Ni soy de aquí, de allá ¿de dónde soy?
mi angustia permanece en el vacío,
camino a la deriva por el río.
Sonámbulo entre las tinieblas voy,
triste, infeliz, atormentado y frío.
Mi destino ya murió, ni ya soy mío.