Todavía 25 de junio y el muro frente a mí.
El crepúsculo crepitante eclipsa mi crueldad
y mi mirada es estrella con trastorno de epilepsia,
comida de ciervos sanguinarios y toxina de muertos.
Observo lo que observo y los sueños
regresan como gaviotas que nunca se deleitaron
con el sonido del viento que yo me invento.
Lo siento, dice un hombre que es hermano
y títere de la ira y los necios argumentos.
Ayer –lo reconozco como el que reconoce
su amor frente a todos sus enemigos-
noté tu rostro de conjeturas lejos del muro.
Hoy, todavía 25 de junio, suavizo mi piel
y poetizo frente a lo que no comprendo.