De tu bella luz tenía el alma llena,
no me alcanzaba el dolor, la pena
ni existían más razones para llorar.
Sólo risas y más risas entre tú y yo
y un amor que un hermoso día voló
pues tenía todo un cielo para volar.
De tu esencia se me llenaba mi piel,
eras azúcar, eras almíbar, eras miel,
besarte era como nadar en la dulzura.
Era osado amarte, debo ser sincero,
pero valía la pena ser un aventurero
si morir en tu cuerpo era la aventura.
De tu piel estaban hechos mis caminos,
se verificaba la unión de dos destinos
que nada más que para amarse estaban.
Tus caricias en todo mi ser se sentían,
versos de amor en cada poro se escribían
y unas letras tristes del ayer se borraban.
De tu nombre estaba muy llena mi voz,
ardíamos como pecadores, pero era Dios
sin dudas quien bendecía nuestra unión.
¡Y te nombraba! ¡Sí! ¡Cómo te nombraba!
y a cada momento algo me confirmaba
que tenía tu nombre mi alocada pasión.
De tus ojos me sentía como prisionero,
no quería libertad sin ellos, soy sincero
y deseaba perderme en ese mirar infinito.
De acordarme de todo jamás me aburro,
al decirme “te amo” tu voz era un susurro
pero al mirarme… ya se volvía un grito.
Ya ves… tanto recuerdo pues tanto tuve
y fue especial subirme contigo a esa nube,
pero luego me ha dolido mucho la caída.
Me acostumbré tanto… tanto a tenerte…
y ahora en tu ausencia entiendo a la muerte
y sé que me toca entender sin ti a la vida.
Me pregunto si esos minutos fueron vanos,
siento hoy un vacío terrible en mis manos
y me resulta muy difícil mantener la calma.
Tengo dentro de mí tu ausencia marcada
y teniéndolo todo ahora ya no tengo nada
porque era tu amor lo que tenía en mi alma.
Poema original de Álvaro Márquez
Nacido en Caracas, Venezuela
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Twitter: @poreros
Publicado el 29/3/2015
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