La vida aquí es placentera, muy tranquila.
Por la mañana yo empiezo paseando,
cuando presiendo que ya me estoy cansando
a tomar un café me paro o una tila.
La gente, simpática, es dicharachera,
amable a mas no poder y complaciente,
si algo no entiendo, les sigo la corriente,
o sonrío como si yo lo entendiera.
Que vivir así, puede hacerlo cualquiera
con la plata necesaria en el bolsillo,
al tiempo que al tiempo intenta sacar brillo
un brindis al sol, la coña marinera.
Hoy que el día amaneció de un sol rotundo
camino saltitos dando por la acera
saludando a los que pasan a mi vera
me siento feliz, el más feliz del mundo.