Veamos si de mi pluma varada
brotase algo.
Y si mi pecho canta, y ríe el alma
de cuanto en cuanto.
Si muestra la mañana su blanca cara
o el negro manto
cubre con desaliento las cimas altas
del desencanto.
Si en mi sueño el jilguero levanta el vuelo
o queda abajo
desbordando mi vida de un desconsuelo
profundo y largo,
envuelto y rechiflado en mi desvelo
a largo plazo
como sombra expulsada del mismo cielo,
como exilado.
Sigue marcando el río por el barranco
su rumbo claro
y aunque pongan obstáculos para pararlo
él busca ufano,
con ahínco, caminos para salvarlos.
Y va liviano
en blanca catarata o en diáfano lago
calmado o bravo.
Así, mi corazón herido te busca en vano,
terco y callado.
Tú eres verso y yo rima, unidos ambos,
música y canto.
Yo soy distancia, tu golondrina que cruzas alto
cielos lejanos.
¿Qué ha de ser de mi vida si no te alcanzo?
Lamento y llanto.
Cerraré con dos versos este alegato:
te alcanzaré querida, porque te amo.
Viento de Levante