En la ribera
paso la vida hermosa
oyendo al río sin prisa
que me enseña
a ser sereno como la brisa.
El bote va lerdo
porque va como mi andar.
Llevo la pipa de cerezo
mi caña de pescar
y el loro al hombro
que en la siesta perezosa
no tiene gana de hablar.
Nos acompaña
volando una mariposa
y como buena amiga
nos espera en la casita
una rosa fraganciosa.
En mi bohío
me visita una princesita
de trenzas y ojos guaraní
trayendo pastelitos
endulzados con miel
del monte
y me regala negros ojitos.
Mi pequeña indiecita
tan digna como una soberana
es muy celosa
ella a mi no me cambia
y yo tampoco por ninguna cosa.
Cuando lleguen aquí
los oropeles del mundo
y los cantos engañosos
me iré por el río silencioso
huyendo
del entorno tumultuoso.
Jamás me olvidaré
de la mariposa
de la rosa
ni del loro amigo.
Y la niña de alma hermosa
ira por donde ella quiere
que es por donde yo voy.
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