Cada noche como ésta; triste, oscura, desolada, depresiva.
Vienen a visitarme mis emociones más impulsivas
esos grandes amigos
(¿O quizá enemigos?)
con los cuales he pasado toda mi vida
y que gracias a los mismos he alcanzado escribir
cada una de mis poesías.
Hoy tengo miedo de encontrarme con ellos
una vez más de frente,
pues cada que lo hago no puedo detener mi mente
y cada emoción de mí se apodera repentinamente.
Me llenan la cabeza de ideas para escribir de diversos temas
que roban mi tranquilidad,
llenan mi ser de ansiedad.
Hoy no sé a dónde ir, pues saben dónde encontrarme,
me es imposible el dormir
pues se apoderan de mi alma y la corrompen.
El mejor sitio para estar
es frente a ese absoluto que me prometió cuidar
y esperar lleno de pesadez
que lo mejor llegue a pasar.
Han llegado, tengo miedo, empiezo a sentir el estupor de su llegada
pues ahora mi alma por ellos será apesadumbrada.
Su fantasma de mí se apodera
me hace caer en la mayor tempestad
y ante la misma perder la ilusión de volver a despertar.
Ahora tan solo queda morir.