Temprano en la mañana y con prisa diligente
en su tablero; campo escaqueado donde luchan dos campeones
Reyes, Damas, Torres, Obispos y Peones
cobran vida efímera por su mano y su mente.
Es su Ajedrez: compañía grata y reto permanente
que demanda atención, estudio, sacrificios y tensiones; donde halla reveses, algún triunfo que le llena de ilusiones
y esperanzas de éxito; es parte de su ambiente.
Inmerso en la partida solo él sabe lo que siente:
Observa a su rival, pondera ajenas y propias intenciones,
mueve piezas vivas con estrategia y finas sensaciones,
dando el jaque felíz agradece la suerte.
Los años van pasando y poco es diferente;
su arma es la paciencia, el grande de los dones
acentuado en las canas que le invaden por montones
nublando sus ideas ¡Ya no es como a los veinte!
Mas él sigue adelante tenaz, firme y decidido,
marcha en pos de la gloria que lejos y alto vuela,
como novia fugaz...ayer la tuvo, hoy se ha ido.
Siempre acude a torneos, aunque ganar no suela.
Ni hablar ya de dinero, que mucho nunca ha sido.
¡Cuanto pagan! Mejor viajar y jugar mientras se pueda.
Al final piensa: "Jugué, soñé, perdí, gané como he podido"
y abraza su Ajedrez que tantas noches lo desvela.
¿Acaso jugar, soñar, perder o ganar le ha convencido?...