MANSO CORDERO
“Fue oprimido y humillado, pero Él no abrió la boca. Como cordero llevado al degüello, como oveja que va a ser esquilada, permaneció mudo, sin abrir la boca”. (Is. 53, 7)
Soy tu siervo, Señor, con humildad,
mi juicio sólo es para ti,
mis palabras me fluyen sobremanera
para deshacerme de mi infiel inconsciencia.
Te temo en mi casa. Te temo cuando paseo,
cuando estoy a punto de dormirme,
cuando estoy comiendo,
porque soy solamente tuyo y mi alma
te pertenece en la tierra y en el cielo.
No quiero equivocarme de camino
y seguir como oveja mi digno sacrificio,
continuar como Tú fuiste manso cordero.
Me levantaré con júbilo patente
y exteriorizado amarte ahora y siempre
para que mi lucidez se abra hacia ti.
19 de marzo de 2015
Rafael Molero Cruz