Aún está tibia la cama;
así quedó desde tu partida.
Todas las noches abrazo tu almohada
y me embebo en el aroma de tu vida.
Neblina y melancolía arrebatan mi sueño;
mis ojos abotagados ya no tienen lágrimas
-se acabaron, en definitiva-.
Tu olvido se hizo a mi medida,
más allá de lo que mi amor significa.
Se fueron mis ideas
y me sigo preguntando,
pero no obtengo respuesta.
Doy vuelta en mi horizonte,
le pido a Dios calme mi tristeza,
y yo la remonte,
para que este amor en brama olvide el silencio,
¡y vuelvas!
Y vuelvas, como la ola, a mi playa.