HISTORIA DE AMOR DE UNA SOLA TARDE
Qué linda tarde y qué parque más amigo. Cuántos años han pasado y nada has cambiado. La vida sigue igual y contigo mi más fiel recuerdo. Sí pues, ingrato he sido contigo y recién he llegado. Aún suspiro con las flores y el agua de la pileta; con la silueta entre mis brazos, bajo la sombra de esas ramas amigas que anidan a los pájaros. Aún suspiro y respiro aquellos labios, tiernos, que me llevaron al firmamento. Cuánta libertad se respira aquí y cuánto amor se extraña. Qué ha pasado. A dónde has volado.
Cómo no recordar aquella tarde de octubre, de sol hermoso y cielo libre, cuando una bella niña refrescó mi alma con un beso. No solo fue un beso, si no el primero y la primera mujer que abrió mi corazón.
Recostada entre mis brazos, libre, segura y tierna, hablando casi el mismo lenguaje, ella sin saberlo me hacía muy feliz; que hasta hoy su piel canela y su perfume aún perduran en mí. Esos minutos de encanto fueron los más intensos, profundos, sinceros y especiales de mi vida. Aquel día y aquella tarde- noche, de besos prístinos y melosos, eternos y fugaces, prendieron mi amor que hasta hoy el viento y el tiempo no han podido borrarlo.
Ya han pasado varios años y no tengo excusas. Lo que piensas y sientes son dos cosas diferentes y lo que siente el corazón es más fuerte. Ahora también me gustas, eres genial y siempre lo has sido. Y a decir verdad, desde aquel día, jamás volví a encontrar a alguien como tú. Aunque tarde lo confieso, porque tímido todavía soy, en gran parte te has quedado en mí. Ahora lo cuento porque quizás nunca lo sabrás, pero déjame decirte que sigues bella, aunque más bella y bonita que antes.
Aún la tarde perdura como aquella tarde, y en esta misma banca, testigo de tu regazo; bajo la misma mirada de aquel árbol, solo, con el recuerdo vivo, busco disimular la pregunta del viejo árbol: ¿Y ella?, más mis labios sedientos y ausentes de los tuyos se callan para no olvidar.
Autor. LMML.