Para…Adriana
Estoy dolido al igual que ese poste deteriorado por el tiempo.
Dolido o rechazado en este imbécil mercadeo de la vida,
enmudece mi mano sobre una pierna
callante y sigilosa recorre la cintura,
yo, despechado y soberano al imperio brutal del devaneo
cuántas son, las qué son cuántas han sido
¡hoy festejo impotencia…! ¡Hoy festejo el engaño!
Ya no despierto triste con mi sexo cansado
Ni me estorba en los labios un beso -ni lo busco ni quiero-
Ya tengo la proeza aún estando herido de elevar el ancla
y no encallar mi sito…
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¡Cuántas manos se postran en mi pecho
y, cuántas bocas se me entregan en celo…!
Vividor de un destino me confeso y arrastro
pero me conduelo quizás por sólo haber amado
es entonces que entiendo (mi confusión se derrumba)
pero soy coscolino ante un bello semblante
así emerge el instinto de mis entrañas -muerto-
y busco entre unos labios oxígeno y aliento
perdiendo el sentido cuando su seno aferro;
quizás es por mi edad… sin derrumbarme viejo
(cuando ellas lo saben) con tiento me dicen –quieto-
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En fin soy individuo, entre un millar de vidas
amigos yo lo sé, como sé que el mañana no es mío ni es de nadie,
por eso vivo mi hoy
como mi último día…
y gozo así la copa, el cigarro y la risa
entre mujerzuelas (¡oh!, mujeres divinas) las que sólo nos piden un trago
a cambio de una caricia,
también con los amigos absorbo el tiempo triste
y quemo ya mis balas y, relato mis cuitas.
Hay mujeres que llegan a compartir lo mismo
tal vez es por mi edad que todo queda dicho…
por eso despechada
mi mano está de luto, pues muere entre caricias
que ya dio o no pudo.
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