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¡Oh, Dios!,
abandonado y en piedad,
Tu huella en el suelo,
y Tu pasión y Tu serenidad,
¡Oh, Dios!,
Dios de los cielos,
Dios del infinito,
¿porque en Tus pies y manos clavos?,
sí sacrificaste por todos Tu espiritu,
y Tu muerte inmensa,
victoriosa y gloriosa,
como la fuerza en salvedad,
de Tu vida y mi vida por siempre junto a ti,
¡Oh, Dios!,
y llegaste a mi,
con la sanación de tu espiritu en mi.
Amen
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