Será que la cruel soledad que me heredaste,
Y la frágil distancia entre la vida y la muerte,
Encanecieron tempranamente mis palabras,
Y envejecieron aun más mis silencios vacíos,
Y es que la sombra sutil del invierno tácito,
Ha estirado su manto, cubriendo del todo mi alma.
Hoy no me queda sino el recuerdo,
De retocar quedo tu imagen,
Y acariciar en silencio,
Lo agridulce de tus sinuosas palabras.
Hoy prefiero soñar,
Que a un largo viaje has partido,
Y no andar por el aciago camino,
Para ver la marca de tus huellas vacías,
Donde el mudo dibujo de mis escritos…
Me recuerda,
Que ya te has ido.