Con aquellas palabras vanas me suicidé,
Al decirle yo adiós, tonto, me condené;
Me maté con lo dicho, renuncié a mi pasión,
Por un tonto capricho me rompí el corazón;
Renuncié a la dicha, acabé con mi amor,
Y hoy me muero muy solo en un mar de dolor;
Yo no quise dañarla con mi oscuro pasado,
Sólo quise salvarla, no tenerla a mi lado;
La tormenta venía, la cosecha, el espino
El veneno, la daga, escabroso camino
Que yo había procurado en inmenso desierto,
En lugar tan salado, tan infértil y muerto,
Que si yo fui el culpable, yo debía afrontarlo,
Y por eso me dije tú debes enfrentarlo;
Si ella no tiene culpa, déjala ser feliz,
En los brazos de otro que no tenga un desliz
Como ese que tú enfrentas, por pasadas locuras
Se merece otra vida y no sólo aventuras,
Y la herí en mi delirio, rechacé que la amaba
Y aunque ahora suspiro, su bien yo procuraba;
Esta es mi triste historia, es mi triste final,
Antes que lastimarla, me porté muy cabal:
Acepté la renuncia, procuré hasta la muerte
Yo la amé como nunca y acepté letal suerte…