Eres la luz que rompió
las nieblas invasoras
con tu gemir de mulata
con tu magén salvadora.
Llegando casi temblando
las angustias amorosas
derramadas a mi lado
con la confianza soñadora.
Nunca te dije te quiero,
pero mi boca formando
el rictus de un te amo
delató mi consentimiento.
Mi almohada supo del calor
de tu cuerpo florecido
y mi amor así entumido
floreció en pleno invierno.