Te mandé solo una página vacía
pensaste que quizás fuera una broma,
la otra tarde, sentado en nuestro banco
intentaba escribirte una poesía
con tus recuerdos, y mi mente en blanco.
Pudo causarte extrañeza o risa
estupor, miedo de viejas ánimas,
mas si la miras al trasluz, sin prisa
descubrirás las huellas de mis lágrimas.