Cuando a la orilla del mar llega el ocaso
Y los colores del cielo se mezclan con tu sonrisa
Contemplo de las olas, en su va y ven, el arrebato
Y del tiempo su galope, unido a la brisa
Te miro a los ojos y a través de ellos veo al universo
Y en la pureza de tu mirada… un te quiero!
Que me apuñala con dulzura, al filo de un beso
Mientras el anhelo se convierte en un suspiro fugaz y viajero
Te extiendo mis brazos y te digo… Gaviota!
Gaviota de alas de ilusiones y plumas de esperanza
Y me acerco a ti mientras brotan lágrimas, de mi alma, gota a gota
Y los latidos de mi corazón equilibran mi balanza
Te estrecho entre mis brazos suplicando no perderte nunca
No tener que vivir, algún día, evocando del pasado
El recuerdo de nuestro amor o la sonrisa de quien se sepulta
O ver llegar el momento de abandonarte o de ser tu abandonado
Vuelvo la mirada hacia la línea del horizonte y al contemplarla tan cerca y tan lejana
Se multiplica el orgullo de amarte con todo mi ser
Y a lo lejos escucho una voz, como un susurro que me llama
Mientras las golondrinas despiden el atardecer
Y en un instante, inconsciente del alma, muero y vuelvo a nacer
Me siento tu amo, tu esclavo y tu dueño
Y cierro mis ojos y al volverlos a abrir. Sorpresa!.. No puede ser
No hay ocaso, no hay horizonte… todo ha sido un sueño.
Mauricio Gómez Sánchez
Jhontini Mauro