A veces, sólo a veces,
quisiera verte en soledad oscura,
retorciendo tus miembros en el lecho
y el deseo mordiéndote la nuca
abrazado a tu espalda
mientras pensamientos eróticos te inundan.
En el silencio hostil de la noche,
cuando en ausencia la libido aumenta,
vayan galopando escalofríos por tus muslos
y en tu mente se aparezca mi figura
sobre el temblor de tus recuerdos,
admitas dedos visitantes en la vulva.
Sobre las burbujas levantadas de tus senos
vuelen lenguas y besos satinados,
un huracán de caricias te hagan suya
con manos invisibles y lejanas.
Quiero que ese momento, casi mío,
dure hasta que caiga la lluvia de tu cuerpo
mojando intensamente tus dedos
y sientas relámpagos golpeando tus caderas
filtrando amalgamas de gemidos y deseos.
Libera ese breve soplo en miniatura
como los que juntos ya tuvimos,
cuando ambos entrelazados en la ducha
nos decíamos palabras densas,
a veces con ternura o con lasciva furia.
Dame ese instante; vas a tener tantos,
que nadie notará estando sólita,
escríbelo en un verso del poema
que me haga pensar en tu abertura
y en una alondra de paso o en una gota de lluvia
envíame esa sonrisa que dibujas
cuando terminas de gozarte, sola.
Ay, mujer sola en noche fría,
que tanto te hago falta entonces;
aunque me llames con mil voces
no llegaré esta noche vida mía.
Busca placer en los ayeres
cuando mi piel era toda tu oferta,
Y mantén el alma tibia y alerta
que cada día estoy mas cerca
y si escuchas golpetear tu pecho
deja sin llave la puerta…