Sucede que estoy cuerdo y no estoy cuerdo,
que creo que estoy loco de remate,
que si un día lo estuve hoy no me acuerdo,
que si hablo siempre digo un disparate.
Sucede que me veo persistente,
y asomado hacia adentro no me veo,
cuando dicen que a mi toda la gente
me conoce aùn jugando en el recreo.
Sucede y es como si sucediera,
me zurcen por decir lo que yo pienso.
Soy un auto aparcado en la cochera,
un asno al que alimentan con incienso.
Sucede, al fin, que yo tengo una herida
que roe a mi corazón desde muy adentro
y le impide encontrar una salida.
Y aunque no fuera así, yo así lo siento.
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