En cada punto
un planeta se alinea
hacia la sabia puesta del sol
y en ese sol
el sabio día
utiliza su conjuro de venganza
para lograr sorprender al mediodía.
Llegada la baja marea
las nubes se posan en lo incierto
y lo cierto de los ojos
es la tarde
melancólica melodía de fin
dando paso a la sin nombre
noche de estrellas y bellezas
rimas estridentes
de pasiones conjugadas
en un libro, que jamás escribiré.