Descalza, piso la huella que dejaron tus pies,
voy andando el sendero, voy bebiéndome el aire,
con el viento tu aroma me recorre la piel,
tu recuerdo es tan vivo que palpita en la sangre.
Descalza. Alma desnuda. Los ojos bien abiertos,
el cabello cayendo descuidado en los hombros,
mirando a los costados sólo encuentro desierto...
mientras hondo en el pecho se despierta el asombro.
Estás allí adelante, esperando de pie,
los brazos extendidos anhelando mi abrazo,
las palabras se anudan y comienza a llover...
mis piernas no responden y se clavan mis pasos.
¿Estás allí adelante? El sueño de tus besos
se va desvaneciendo cuando estallan las gotas,
cada paso que doy se esfuma tu reflejo...
parece que se esconde jugando tras las hojas.
Descalza. Muy mojada la ropa sobre el cuerpo.
¡Tan sedienta! A pesar de beberme mis lágrimas,
descubro que en el barro se enterró tu recuerdo
y busco aquellas huellas casi... ¡desesperada!
El viento triste canta a través de las ramas,
con su fuerte sonido el de tu voz apaga,
aunque trato inútilmente de mantener la calma,
tu ausencia es una daga que está escarbando el alma.
Tu imagen ya no espera al final del camino,
hay una ruta incierta invadida de piedras
que lastiman con saña éstos pies peregrinos...
mientras niegan la vida mis ojos que se cierran.