Estuvo entre nosotros
y casi nadie lo reconoció.
Nos amó sin medida,
casi nadie lo valoró.
Por el mundo dio su vida
el mundo lo crucificó.
y al cabo de dos mil años
lo mismo sigue pasando.
el odio ocupa en los corazones
el espacio que se le debe al amor.
la injusticia y la desigualdad
siguen crucificando Cristos
en el espacio maligno
donde no habita Dios.
No es que Él nos ha olvidado
somos nosotros
los que lo olvidamos a Él
y abusamos del libre albedrío
sin tomar en cuenta al amor.
Si Dios es amor y no cruza nuestra puerta
solo habrá en nuestras almas dolor.