Nunca creyó en sus virtudes
y mucho en sus defectos,
pequeño ante multitudes,
despistado y directo.
Lleno de inquietudes
que movían sus sueños,
actitud y aptitudes,
pero no de dueños.
Cuando su tristeza sacude
se cree arquitecto
de las sonrisas que desnude
por todo el trayecto.
Rodeado de ingratitudes
seguía siendo imperfecto,
buscando similitudes
entre afecto y efecto.