Coroné montañas,
crucé siete mares,
vagueé sediento en el desierto de mis dudas,
hasta llegar a tus brazos,
y al final,
después de dos besos en las mejillas,
me pregunto si habrá valido la pena!
Me enfadé y le tiré dos piedras a cupido,
y por poco me alcanzan sus flechas...
las que pude sortear con mayor o menor destreza.
A la vuelta cogí todos los atajos...
todos los caminos que me alejaban de ti,
pero tardé el doble del tiempo,
por la carga de desilusión que llevaba sobre mis hombros.
Pero, cuando me acosté,
fue maravilloso no acordarme de tu bello rostro,
de tu dulce olor,
de tu nombre, Eva,
ni me acordaba que es el amor.
Ya se que no me crees,
pues a mi también me está costando creerme mis propias mentiras,
pero lo intento!
Mientras lo intento,
te amo, y se que ha merecido la pena.
Y así,
sigo haciendo historia en el libro de mi vida,
ojeando cada página,
y añadiendo un poco más de ti,
un poco más de mi,
un poco más de nosotros,
añadiendo apenas un poco más de amor.