\"Quiero tocar el cielo\"
-me ordenabas
firme y dulcemente-
como si fueras una soberana
que no admitía réplicas.
Y yo con actitud convergente
cual soldado obediente,
te contestaba:
-Sí, mi reina, tus deseos
son órdenes...
Siendo dos, nos hicimos uno,
nuestro apetito
se transformó
en conjuro,
nos perdimos en un espacio
con matices azules
y nos encontramos
amándonos,
entre blancas nubes...
Adolfo César (NAZARENO)