Si esto que siento por dentro
se nombra como capricho,
Dios arráncalo y mátalo,
pues adicto se ha vuelto
este pobre corazón,
que cuestiona la ausencia,
que llama a mi conciencia
y llora por indulgencia.
Quizá son mis malas compañías,
la soledad no deja de platicarme al oído,
los sueños no me dejan en paz
pues cerca lo quieren tener,
y mis débiles pensamientos
en penitencia me tienen...
Ahogada entre penas
apenas me sostienen...
Benditos los momentos que entre mi locura
y su cordura han suscitado
durante destellos de nuestros anhelos,
benditos los besos
que amordazaron mis compañías
y con pasión marcó una huella,
que ni las olas borró de la arena.
Caprichos!
Se adueñan de él,
al no dejarme partir,
yo sujeta a la luna
renuncio y me alejo,
mas no puedo
separar mi corazón.
Este músculo que late
al son de sus versos,
y que va muriendo
al compás de sus silencios.
Y elevo mis brazos al cielo,
pido a Dios el consuelo.
que mis fuerzas aumenten,
y a mis lágrimas detenerse.
Tomar un nuevo rumbo
y surgir cual ave fenix,
como en otras lunas
ya lo había hecho.