Si un beso añoras al abrir los ojos ya cerca de la madrugada cuando la soledad acuesta en tu aposento, acaso buscas la luz si te hayas sola en la amplitud oscura de tu lecho, ¿En quién piensas? ¿Lloras acaso al quebrarse las horas intimas de tu sueño? Y si en la ducha te desprendes de la seda que te cubre y el espejo te recuerda los íntimos deseos porque anoche no tocó nadie tu cuerpo, ¿En quién piensas? ¿Lloras acaso la carencia a tu ofrecimiento? Cuando mil lenguas diminutas del agua lamen los misterios de tu sensualidad malograda y acompañan su tránsito tus manos recorriendo cada espacio de tu piel mojada, ¿En quién piensas? ¿Lloras acaso la ausencia de mis manos en descenso? Si a tus labores diarias haces rumbo y escuchas de repente algún bolero que te trae recuerdos de la penumbra que juntos atravesamos como cerco, ¿En quién piensas? ¿Lloras acaso la distancia nuestra que te impide hacerlo? Cuando el deber de tu familia exige las tareas diarias, provocándote tedio, entre la limpieza, la cocina y adquisiciones, que absorben el residuo de tu tiempo, ¿En quién piensas? ¿Lloras acaso el desperdicio de tu energía en silencio? Y cuando al terminar el día consumida por el cansancio diario, no es tu alcoba caudal para tu sexo sediento y procuras dormir a su lado, pero no puedes, huérfana de mis susurros y de mis besos, ¿En qué piensas? ¿Lloras acaso esa amarga soledad o el desaliento? Si acaso entre las sábanas exploras una vez más la flor de tu deseo; no son mis manos, tus manos, las que apresan las curvas de tus senos y aunque se abran tus muslos sudorosos exponiendo el deseo de tu sexo, no estará presente mi cuerpo ni la determinación del miembro erecto; y mas aprisionas tu vientre y pubis entre tensos tactos creando un hervidero de recursos y fricciones entre gemidos que ignorara tu acompañante malquerido.
Luego flota en sueños y haz que la mente se sumerja, entre los ojos cerrados y tus labios entreabiertos… Piensa en mí cuando el orgasmo llegue a tus manos no a la mitad, si no siendo entero.