Se deja en el aire la soledad,
que desprende capa por capa mi piel,
se me ha quedado en la respiración la tristeza,
y en la profundidad de esta locura, mis pensamientos.
Se dejan las hojas caer, como suicidas sin temor,
como lágrimas de un pasado,
se dejan caer las horas sobre mi,
se dejan caer los días sobre mi.
Palabras burdas que describen un silencio,
que se dejó caer en mi una vez y que hoy en día reina mi realidad,
se deja volar, como cuervos de un sueño perdido,
se deja perder, como el deseo de no existir.
Se dejan ver, las cicatrices,
se dejan ver, los pensamientos,
se dejan ver, pero nunca,
se dejan tocar.
Se deja el alma quebrada en un desgarrado mundo imbécil que no perdona,
se deja la vida en un sin fin de momentos que solo tu alma recordará,
se deja en mi la infinidad de una perdición,
que algún día,
me dejará.
Se deja tocar el alma,
como puta triste y desorientada,
la vida se deja,
y ella nos deja a nosotros.