Hay un par de alas
que vuelan con alegría
por el corredor y la sala
el estar y la cocina.
Vuelan en todo momento
por toda la casa
de aposento en aposento
y nunca se cansan.
Dos alas con destrezas
que no paran de volar,
son las manos inquietas
de mi bella mamá.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela