Niño andrógino que
busca sonrísas turbias en
espejos vacíos.
Atrapas con ojos
inertes mariposas
que bailan entre
hilios de Nix.
Juega en el claustro
de tus bolsillos defenestrados.
Con pelotas grises;
con canicas cúbicas;
trompos sin cuerdas.
Juegas a asesinar
alaridos multicromáticos
que revolotean en el parque.
Inamovible entre raudas saetas
sonoras.
Atrapado a propósito en el
pantano de tu asiento.
Entre ventosas y momentos
borrosos.
Estocadas suaves que
delinean el gesto apasible
y sombrío que se mece entre
tus mejillas.
Octavio Márquez.