¿Dime dónde están ahora
los ojos que yo más quiero?
Si no me miran, me muero.
Es el amor de mi vida
como el agua saltadora
que brota murmuradora
de la honda fuente encendida
en mi corazón. Dormida
parece un bello lucero.
Si no me miran, me muero.
Río de manso latido,
que entre flores se desliza
y en blandos musgos suaviza
el cantar estremecido
de su pecho malherido,
como el del tierno jilguero.
Si no me miran, me muero.
Pero con fiero mugido
brama en las selvas sonoras
cuando sus trampas traidoras
oponen al toro río
los peñascos del olvido
y las heladas de enero.
Si no me miran, me muero
Ni con la afilada hoja
de una espada se pudiera
partir en dos su carrera,
va por donde se le antoja
y nunca su paso afloja:
quiere llegar el primero.
Si no me miran, me muero.
Corre a mezclar la dulzura
de su linfa sonriente
con la soledad doliente
de tu salada amargura.
Hacia su muerte segura
va ligero.
Si no me miran, me muero.