Fruto permitido,
retoño de nácar
que envuelven
mis manos bivalvas.
Frescura matinal,
préstamo soñado
de ésta vida…
aveces mezquina.
Desde las entrañas
del amor
te vi llegar, indefensa…
Explosión de vida!
Ladrona de mi ego,
no dejas nada para mí.
En tus cabellos,
enredados quedaron
prisioneros mis caprichos,
por los tuyos…
Poco me importa el universo,
si tu mundo gira firme y seguro,
entre risas y libros.