TODO PLACER
Me vi como si fuera un joven discurriendo
por los jardines napolitanos al atardecer;
me vi en los brazos de una mujer de cabellera rubia
y vislumbré la silueta
de un ramo de rosas en el alféizar de una ventana,
halagado por el viento retraído
oí canturrear una bandada de pájaros y la música solitaria
de una taberna; oí un cuchicheo muy cerca
de mi oído, oí un “te amo” y sentí que los pelos
se me erizaban de placer, ¡ahora, en este momento!
Abrí los ojos y gemí de deleite
El perfume que olía no se parecía a ningún perfume acreditado.
No era una fragancia que brotaba
buen olor, no era una pastilla de jabón perfumada,
no era un artículo de tocador frecuente
ni un olor de una rosa especial.
Se trataba de algo totalmente distinto
capaz de instaurar todo un mundo,
el cual progresaba todo mi bienestar.
Porque era una extensión de un sentimiento único
y perentorio de la mujer rubia, la cual estaba junto a mí,
donde yo permanecía con tanta admiración.
10 de marzo de 2015