marioranero

Animal herido

Enervado, loco y mutilado,

avanzando por espacios sometidos,

más que un hombre, un animal herido…

buscó consuelo en la talla de una rama,

profirió un gemido gutural… desagradable,

y se arrastró como un galápago indeseable…

Se cobijó entre sus frías manos huecas,

redobló la apuesta de lo cierto,

fustigó con saña su tristeza

y cayó rendido a los pies del primer sueño.

Toda la gente habló cien mil pelotudeces

relatando su ignominia circunstancia

él sabía que la historia no cuajaba

pero de por sí, restóle la importancia…

Se dijeron cosas ciertas y no tanto

le importaba un carajo el comentario

montó raudo en su caballo bayo

y galopeó hasta lograr el cansancio de ambos.

Se detuvo un instante y… relajado,

exclamó su verdad incontenida

había llegado al pie de los pesares

había logrado una paz superlativa…

Después se retiró cual moribundo

que ha perdido nuevamente su morada

allá a lo lejos, otro pesar lo esperaba…

la vida le dibujaba otro mundo…

Buscó entre las sombras su mirada

siluetas incomprensibles… desgastadas…

solo eso había en la distancia,

y sin consuelo, sin amor, sin esperanzas,

se preparó para otro mazo de barajas,

pues lo esperaba violento póker con la parca.

Pierna en mano era más que ese par doble

que lucía la muerte entusiasmada

pidió cartas… le vinieron dos clavadas

apretó los dientes rechinando

endureció el rostro y, cabizbajo…

apostó la vida en el último tramo

 

Se marchó con ella…

jamás le perdonó su compañía

y… aunque no tuvo valor para evitarla

reconoció su cruenta letanía…

 

Cuando despertó, ya nada le quedaba

solo un pájaro herido en el ala

que exclamaba su dolor a cada paso

las cenizas se volvieron almas…

la paz se transformó en dos pedazos

los vientres vomitaban el ocaso

de su vida, de su ser y su nostalgia…

 

Mario Ranero