¿Cuánto de nuestro patrimonio pueden robarnos?
¡Que no nos roben el alma!
Con dedicación y amor por lo que hacía
un hombre construyó un gran emporio
un hermoso lugar donde concurrían
comerciantes venidos de otros territorios.
Ocurrió que un envidioso con poder
de manera astuta y en acto de cobardía
quiso un día arrebatar sin devolver
todo lo edificado con sudor y energía.
Amparado en ardides el robo cometería
del producto del trabajo de muchos años
de la noche al día, sal y agua lo convertiría
sin importar razones causando mucho daño.
Trágico resultado como insano proceder
lo que antes fue excelencia, logro y valía
llegó rápidamente a decaer y fenecer
por designio de la mala fe y la villanía.
Preguntaron al afectado por la medida
su respuesta fue por demás elocuente
pudieron arrebatarme todo cuanto tenía
pero jamás ideas y sueños de mi mente
mucho menos mi espíritu ni el alma mía.
Cualquier parecido o coincidencia
con la realidad de la falta de conciencia
o con hechos de algún país y entidad
no es causalidad sino mera casualidad.