Volando va: cual sombra helada;
La casual llegada, y, sin ya serlo
Un querer vivir, un deber hacerlo;
Un amante más de la encrucijada.
Savia funda de la vital espada,
Que liberas tu filo sin dejar verlo.
Y sentirlo, ya que no detenerlo,
Le queda, a la carne atravesada.
Apreciad la desmesura de mi razón;
Respirando ya ésta viva sentencia.
A los cielos reclamo justa clemencia.
Del apetito irascible de mi corazón;
Hallar felicidad en tan corto sueño
Siendo de mi vida seudo-dueño.