Me permite decirle, mi señora
Lo hermosa, lo elegante de su porte,
Que no hay, en su presencia, quien no aporte
Una frase fugaz y halagadora;
Todas dicen que usted los enamora,
Que no existe quien su mirar soporte,
Quien, al usted pasar, como un resorte,
No vuelva, ante su voz tan seductora;
Y yo que soy su eterno enamorado,
Soy acero al imán de su belleza;
Diré que siempre voy enajenado
Por su gran hermosura y gentileza;
Cuidando a mi divino ser preciado,
Amando, del Señor, a su princesa…