Aun quedan restos de ti en mi memoria,
restos de frases de libros, puntuaciones.
Nuestra vida es un punto suspensivo que prometió volver...
Y me vuelvo viejo, y torpe.
Aun recuerdo los recortes del periódico
que armaban historias nuestras.
Tu y yo no pertenecíamos aquí.
Tengo tantos años como besos por entregar,
y a mi fría edad aun miro el banco del parque
donde armábamos vidas juntos,
y lloro de nostalgia porque ya no estás.
Si fuera más jóven volvería a buscarte.
He recorrido tantos bares y botellas buscando tu aroma,
y sólo me hallo en silencio
y me callo en silencio.
Sentencio un otoño en el que tu no existas.
Y no me siento capaz de olvidarte.
Creo que no he de preocuparme
tanto después de todo.
La vejez olvidará mejor que yo
que algún día te amé
y que no tuve las agallas para olvidarte sin fármacos,
sin vicios, sin psiquiatras.
Dispárame un beso en la frente esta noche,
desde el trozo de cielo en el que estés.
Se mi ángel de la guarda en este, quizá,
último día de hospital.