Llevabas el café en la mano,
el alma en el vestido
y la verdad dispersa.
Son muchos años
de llevarte presa en el pecho,
de conversar con tu imagen
y recordarte en la tarde núbil.
Las gotas de rocío vienen a mí
en forma de agua,
pero eres tú quien les da vida.
Son los restos de una sombra cálida,
rosa anhelada y secreta,
y en ella la piel herida.
Llevo conmigo el perfume
del cielo al abrirse en ti.
Llevas contigo mis alas
y en tu boca la ceniza.