En un simple delirar,
se abre paso el amor al tedio,
cortando con su sable
la dura cadena hacia el infierno.
Poderoso, erguido,
se alza el amor con su sentimiento perfecto,
agotando en su rima selecta,
un Waltz alegre,
Tchaikovsky comandando el vuelo del tiempo.
Florece cada mañana un nuevo anhelo,
unas nuevas ansias,
dando paso al fluido momento tras momento;
alegría,
perplejidad,
deseo.
En un simple conjugar
de nuestro espacio y tiempo,
se dio la acción perfecta
de encontrarnos tu y yo,
en el mismo suspiro,
obedeciendo el mismo deseo.
¡Que brillante el ir y venir del viento!
traemos y llevamos,
tantos sonetos compuestos de momentos,
cada día, cada hora,
algoritmos infinitos trazados en el tiempo.