Elena Casas

 SANTO TOMÁS

 

                                                                     Has creído porque me has visto

                                                                                                            Jn: 20, 2

Quiso meter la mano en el costado

en la herida roja de Dios.

“¿Qué tienes ahí para mí?” -dijo-

“Quiero saber qué guardas,

qué escondes,

qué reservas.

¡Dámelo!”

 Desde la honda lejanía,

desde el trono altísimo

de todas las edades y de todos los mundos,

los ojos del Resucitado

miraron un momento al temerario.

-Pedid y se os dará-.

Le permitió que hurgara con sus dedos

en las entrañas cósmicas.

-Buscad y encontraréis-.

Desde lo más profundo surgió al punto

un fuego tan intenso

que no fueron capaces de apagarlo

todas sus lágrimas.

¡Señor mío y Dios mío!