Eran de alatrón
los bullicios, el gentío,
calle adentro
el olor de los naranjos
que va entremezclando
y diluyéndose entre los rostros,
y el enlosado pegajoso de resina.
Eran de alquitrán
aquellas vidas facundas
que trepan como las asarinas
hasta los suelos del alma.
Eran leyenda…
Antonia Ceada Acevedo