Un designio, ¡en fin! Enamorado.
En hombres y ángeles va latente,
Vive en cada alma vehemente
Como el fuego, un ardor descuidado.
Noble fe del sentimiento odiado.
Un eterno latido omnipresente;
Que al sonar en el alma se siente:
La noble daga que nos da cuidado.
De nuestra muerte su espejo.
Voluntad perdida de todo creer,
Voluntad perdida entre tanto amor.
Va en la vida dando su reflejo,
Entre victorias y el mismo error:
El que todo causa y consecuencia ha de ser.