Hoy he llegado a Angelmó
y la mañana es fría como este domingo de junio,
el olor a mar
es menos perceptible que otras veces,
seguramente se debe a la densa neblina
que hoy…
ha querido caer junto a la bahía.
Creo que al atardecer,
volverá a llover aquí en Puerto Montt
y quizás sea una razón lógica
por lo deshabitado que se encuentra
este hermoso lugar
frente a mí, varias lanchas,
que descansan…
que reposan…
que meditan…
Porque las lanchas de Angelmó
¡tienen vida!
Y desde esta roca en que medito
se agrupa la llovizna;
y en un recodo de la misma
va quedando quieta.
Pocos días para regresar a Santiago
a presentar mi memoria…
Pocos días y la felicidad me aísla,
pues algo perturba mi mente
y no aquieta mi pensamiento,
y altera mi vivir.
Sin embargo la soledad sureña
ofrece a mi espíritu
algo que no puedo precisar,
aliviana mi angustia
¡la misma que me acosa desde mayo!.