AMOR VIEJO
No quiero madurar nuestro amor.
No quiero que se ponga viejo con los años,
una amor que empezó con ilusiones
y con un corazón sin desengaños.
No quiero que se ponga viejo y triste,
sin saber de qué hablar cuando esté cansado,
sentarnos muy juntos en la vieja hamaca
y hablar como jóvenes enamorados.
Un amor que recuerde sus historias
de viajes, de placeres y de música,
la que juntos bailábamos felices
y nos besábamos como noche última.
No quiero que este amor se nos marchite.
Quiero que siga como un fuego de volcanes,
que encienda por las noches su gran llama
y en las mañanas felices despertarnos.
Anahilda García